Heme aquí, en medio de un abismo que ya no puedo evitar. Las fuerzas me abandonan, y el control que creí tener sobre mí misma se ha desvanecido como una sombra al amanecer. Cada fibra de mi ser es atraída hacia la oscuridad, un pozo profundo donde mis demonios, los que siempre mantuve bajo llave, claman por salir. Lo siento, pero es imposible parar. El momento en que pude haber elegido un camino distinto se ha esfumado, perdido en el caos que me envuelve. Estoy sola. Sola en un bosque que parece no tener fin, rodeada por árboles que susurran secretos que preferiría no escuchar. Mis piernas tiemblan, los brazos me arden por los arañazos que me cubren la piel, aunque son solo un eco del dolor que siento por dentro. Mi ropa está empapada de sangre, pero no es la mía. No me pertenece. Cada gota me recuerda que ya no soy la persona que una vez fui. Intento retroceder en mi mente, buscar un rastro de humanidad, pero es en vano. Todo el tiempo que he perdido intentando resistir ha sido en vano. Ahora, lo sé con certeza: soy un monstruo.